La base de la economía del país era la agricultura. Entre mediados de la década de 1960 y finales de la de 1980 el crecimiento económico fue prácticamente cero. A principios de la década de 1990, la sequía y la guerra civil acabaron con los esfuerzos realizados para impulsar la economía. Además, la escasez de alimentos y la amenaza de la hambruna era una constante en el país. En 1992, el Consejo de la Revolución, que había practicado desde que llegó al poder en 1989 una política antioccidental y de aislamiento, inició una serie de negociaciones con el Fondo Monetario Internacional para hacer frente a la enorme deuda exterior del país y abordar un conjunto de reformas económicas.

Alrededor del 70% de los habitantes del país viven de la práctica de la agricultura o del pastoreo. No obstante, solo el 7,3% de la superficie del país es cultivable; la mayor parte de la tierra es utilizada como tierras de pastoreo estacionales. Los principales productos agrícolas son el sorgo, el mijo, el trigo, el arroz, el sésamo, la mandioca, las patatas, las leguminosas, el plátano, la caña de azúcar y los cacahuetes. En la década de 1970 se inició la producción de sorgo a gran escala mediante el uso de maquinaría agrícola en el este del país, concretamente en la zona comprendida entre los ríos Nilo Azul y Atbara; el incremento de producción conseguido hizo posible que durante un tiempo Sudán pudiera exportar, pero esta explotación del suelo tuvo como consecuencia negativa la erosión del mismo y la consiguiente extensión de la desertización.

El principal producto cultivado con fines comerciales es el algodón, que es cultivado extensamente en la región de Yazira, entre el Nilo Azul y el Nilo Blanco.